Caracas, Venezuela._ La noticia del despido de Oswaldo Guillén, mánager campeón de Los Tiburones de La Guaira en la Serie del Caribe y figura emblemática del béisbol venezolano, ha sacudido al país.
La decisión, tomada a escasos juegos del cierre de la temporada regular y con los Tiburones de La Guaira luchando por la clasificación, deja muchas preguntas y pocas respuestas.
Ozzie Guillén es Despedido por Los Tiburones de La Guaira
Guillén se despidió de sus jugadores a través de sus redes sociales, dejando claro su compromiso con el equipo y deseándoles lo mejor.
Sin embargo, en una inesperada vuelta de tuerca, el dueño del equipo, Antonio “Ruperty” Herrera, utilizó sus redes sociales en la madrugada para pedirle a Guillén que regresara, asegurándole su respaldo total.
Este episodio, surrealista para algunos y bochornoso para otros, pone en evidencia el caos interno que parece reinar en la organización.
El propio Guillén, fiel a su estilo franco, declaró al periodista Carlos Valmore: “Estoy acostumbrado a que me boten, pero el momento no me pareció”.
Su molestia radica, con razón, en el mal timing de la decisión. A pesar de ello, se reunió con el equipo en Macuto para agradecer el respaldo de los jugadores y el cuerpo técnico, dejando claro que sigue siendo un líder para ellos.
Pero el desconcierto no termina allí. En lo que va de temporada, los Tiburones han sufrido una serie de decisiones que han dejado perplejos a sus fanáticos: despidos en la directiva, cambios en el cuerpo técnico y, ahora, esta inesperada salida de Guillén.
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La incertidumbre sobre qué está pasando dentro del club crece con cada día.
La afición espera una explicación clara y honesta. El descontento es palpable, y no es para menos. La falta de transparencia y el aparente desorden interno solo alimentan especulaciones y minan la confianza de quienes apoyan al equipo temporada tras temporada.
¿Clasificarán los Tiburones? Es difícil decirlo. Lo que sí es claro es que, más allá de los resultados en el campo, el equipo necesita urgentemente recuperar la estabilidad institucional y el respeto de su afición.
Los fanáticos merecen más que este espectáculo fuera del diamante. Por ahora, solo queda esperar que esta tormenta pase y que los Tiburones vuelvan a nadar en aguas más tranquilas.
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