WASHINGTON / BOGOTÁ — Las relaciones entre Estados Unidos y Colombia atraviesan su momento más tenso en años, tras el llamado a consultas de sus respectivos diplomáticos.
La medida, poco frecuente entre aliados estratégicos, marca un giro inesperado en la histórica alianza bilateral.
Este jueves, la Casa Blanca anunció que su encargado de negocios en Bogotá, John McNamara, fue llamado a consultas en respuesta a “declaraciones infundadas” provenientes del Gobierno colombiano.
La decisión generó una rápida reacción por parte del presidente Gustavo Petro, quien ordenó el retorno de su embajador en Washington, Daniel García-Peña.
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La chispa que encendió la crisis fue un audio filtrado del exministro Álvaro Leyva, donde se menciona un supuesto contacto con congresistas estadounidenses para frenar iniciativas del Ejecutivo colombiano.
El Departamento de Estado expresó su “preocupación” y calificó la acusación como “grave e infundada”.
Por su parte, Petro defendió la soberanía de Colombia y criticó lo que considera una intromisión extranjera.
Afirmó que revisará toda la agenda de cooperación con Washington, incluyendo aspectos sensibles como la lucha antidrogas y la extradición de criminales.
La incertidumbre crece entre sectores empresariales y políticos.
La Cámara Colombo-Americana y gremios exportadores han llamado a la moderación, alertando sobre impactos económicos en sectores clave como el café, las flores y el turismo.
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Desde Washington, analistas aseguran que esta ruptura recuerda tensiones similares vividas en los años 90.
Sin embargo, confían en que ambos países opten por la diplomacia para resolver sus diferencias sin mayores consecuencias.
El futuro inmediato de la relación bilateral depende ahora del tono que adopten ambas partes en los próximos días.
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