Bogotá._ El senador colombiano y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay falleció este lunes, a los 39 años, tras no superar las graves heridas sufridas en un atentado ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá.
Uribe, figura prominente del partido Centro Democrático, se encontraba en cuidados intensivos desde el ataque, que ocurrió durante un mitin político en el barrio Modelia.
Hijo de la periodista Diana Turbay y nieto del expresidente Julio César Turbay, Miguel Uribe creció marcado por la violencia política, pues su madre murió en 1991 durante un operativo fallido de rescate tras ser secuestrada por el Cartel de Medellín.
El ataque que acabó con su vida le provocó tres impactos de bala: dos en la cabeza y uno en la pierna.
Durante dos meses, fue sometido a múltiples intervenciones neuroquirúrgicas, pero finalmente falleció debido a una hemorragia intracerebral incontrolable y edema cerebral persistente.
En su carrera, Uribe fue concejal de Bogotá, secretario de Gobierno y senador, destacando por su oposición al gobierno de Gustavo Petro y su defensa de políticas de seguridad ciudadana.
En 2019 compitió por la Alcaldía de Bogotá, y en 2026 aspiraba a la Presidencia de Colombia.
Detalles adicionales en este informe de Reuters
Su esposa, María Claudia Tarazona, le dedicó un emotivo mensaje: “Cuidaré a nuestros hijos… nuestro amor trasciende lo físico”.
La noticia ha generado una profunda conmoción nacional e internacional, reavivando el debate sobre la seguridad de los líderes políticos en Colombia.
Los funerales se llevarán a cabo en Bogotá, donde se espera una masiva asistencia de líderes políticos, diplomáticos y ciudadanos que lo consideraban una de las figuras emergentes de la política colombiana.
En el Congreso, colegas de diferentes partidos rindieron homenaje a Uribe, recordando su compromiso con el país y su capacidad de diálogo.
El asesinato de Miguel Uribe se suma a una larga lista de crímenes políticos que han marcado la historia reciente de Colombia, dejando en evidencia que la violencia contra figuras públicas continúa siendo una amenaza latente.
Con su partida, Colombia pierde a un dirigente que muchos veían como un posible presidente y a un defensor acérrimo de la institucionalidad democrática.
El país despide así a un político que, pese a su corta vida, dejó una huella imborrable en la arena pública.
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