Silicon Valley, California, USA._ En el corazón pulsante de Silicon Valley, el Centro Ames de la NASA vibra con un nuevo hito espacial que mira hacia Venus.
Bohdan Wesely y Eli Hiss, ingenieros de Ames, ajustan con precisión las mitades de una cápsula que pronto surcará las nubes venusinas.
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Dirigida por Rocket Lab desde Long Beach, esta misión marca un antes y después: la primera exploración privada al abrasador planeta vecino.
Con el Instituto Tecnológico de Massachusetts como aliado, la sonda buscará susurros de vida entre los velos ácidos de la atmósfera de Venus.
La NASA aporta su genio con el HEEET, un escudo térmico tejido en Ames, un capullo marrón que resiste 2.000 grados Celsius.
Lanzada desde el Photon de Rocket Lab, la cápsula descenderá, midiendo secretos mientras el calor infernal prueba su coraza innovadora.
Wesely, a la derecha, y Hiss, a la izquierda, encarnan la colaboración entre la NASA y la industria que impulsa la economía espacial.
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El programa de Tecnología de Naves Espaciales Pequeñas de la NASA transforma ideas en realidades, tejiendo el futuro con hilos de ingenio.
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Rocket Lab no solo lleva la cápsula, sino también el sueño de una era donde lo privado y lo público conquistan juntos las estrellas.
Venus espera, y esta alianza promete desentrañar sus misterios, un paso audaz hacia lo desconocido desde Silicon Valley al cosmos.
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