Washington D.C._ En un contexto de tensiones geopolíticas crecientes, expertos y organizaciones internacionales han vuelto a poner el foco en una realidad alarmante: a día de hoy, existen aproximadamente 12,121 armas nucleares en el mundo, de las cuales unas 9,585 están listas para su uso inmediato.
Estas cifras, estimadas por la Federación de Científicos Estadounidenses y el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), subrayan la persistente amenaza que representan estos artefactos para la humanidad, más de ocho décadas después de los devastadores bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
Nueve países —Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte— concentran este arsenal, con Rusia y Estados Unidos liderando el conteo al poseer cerca del 88% del total.
Mientras que Rusia cuenta con unas 5,580 ojivas y Estados Unidos con alrededor de 5,328, otras naciones como China (con un arsenal en expansión estimado en 500) y Corea del Norte (con un número indeterminado pero creciente) añaden incertidumbre a un panorama ya complejo.
A pesar de los esfuerzos históricos por reducir estos arsenales, como el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) entre Estados Unidos y Rusia, el ritmo del desarme nuclear se ha estancado.
Lejos de desaparecer, las potencias nucleares invierten miles de millones de dólares anuales en modernizar sus capacidades, perpetuando una doctrina de disuasión que, según críticos, mantiene al mundo al borde de una catástrofe.
Solo en 2023, se estima que los nueve países gastaron 91,4 mil millones de dólares en sus programas nucleares, liderados por Estados Unidos con más de 51 mil millones.
«Estamos atrapados en una paradoja: las armas nucleares se justifican como garantes de la seguridad, pero su mera existencia es el mayor riesgo para nuestra supervivencia», afirmó Clara Méndez, portavoz de la ficticia ONG Paz Sin Fronteras.
«Con 12,121 ojivas, basta un error humano o una escalada imprevista para desencadenar un desastre sin precedentes».
En este escenario, el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, celebrado cada 26 de septiembre, cobra renovada urgencia.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha reiterado que el desarme nuclear sigue siendo una prioridad, pero la ausencia de negociaciones activas y el fortalecimiento de alianzas militares mantienen el objetivo fuera de alcance.
Mientras tanto, voces emergentes proponen soluciones innovadoras: desde campañas de concienciación global hasta sanciones económicas contra quienes amplíen sus arsenales.
«No necesitamos más bombas; necesitamos más puentes», añadió Méndez, llamando a una movilización ciudadana para presionar a los gobiernos.
El reloj simbólico del Juicio Final, que mide la cercanía de la humanidad a una catástrofe global, está más cerca que nunca de la medianoche.
Hoy, en 2025, la pregunta no es solo cuántas armas nucleares existen, sino cuánto tiempo más podremos convivir con ellas antes de que la paz deje de ser una opción.
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